Cuestionamientos Sobre el Mensaje Prohibido

En 1917 hubo un acontecimiento inusitado en Portugal, en la localidad de Fátima. El día 13 de mayo de ese año, tres pequeños pastores tuvieron una aparición, que describieron como la figura de una “luminosa señora”. La figura luminosa de mujer habló con los niños en aquél día y en los meses subsiguientes, transmitiéndoles en cada oportunidad, trechos de un mensaje que debería ser divulgado por todo el mundo.

El 13 de octubre, último día en que la aparición fue vista, consta que hubo extraños fenómenos en el Sol, atestiguados por una multitud estimada entre 50 y 70 mil personas, que acompañaban las visiones de los niños, en un local llamado Cova de Iria.

Uno de los testigos, el Sr. Oliveira Figueiredo, dice: “El Sol rasgó la pesada oscuridad de las nubes que vertían agua sobre la tierra y se mostró con un brillo extraño, pero de tal forma, que se podía mirarlo directamente sin cegarse , y empezó a girar sobre sí mismo, como un tíovivo, soltando rayos de distintos colores en todas las direcciones, iluminando cosas y gentes de un modo fantasmagórico. Paró durante algunos momentos y recomenzó su ‘baile'.” Otro testigo, insospechable, es el Sr. Avelino de Almeida, editor en esa época, del diario lisboeta “O Século”, de orientación izquierdista. Son suyas estas palabras: “Y entonces presenciamos un espectáculo único e increíble para quien no lo viese. El astro parece una placa de plata opaca y es posible mirar su disco sin el mínimo esfuerzo; no quema, no ciega. (…) A los ojos deslumbrados de aquella gente, cuya actitud nos transporta a tiempos bíblicos y que, pálidos de asombro, con la cabeza descubierta, encara el azul, el Sol tembló, el Sol tuvo movimientos bruscos, nunca vistos, fuera de todas las leyes cósmicas, el Sol ‘bailó', según la típica expresión de los campesinos.”

Hoy, ciertamente no faltaría quien dijera que se trató de una ilusión colectiva, de una catarsis inducida y otras cosas por el estilo. El ser humano contemporáneo desarrolló una extraordinaria habilidad para rotular todo lo que no comprende; cualquier neologismo le basta y es todo lo que precisa para pacificar su espíritu, suplir su ignorancia y cubrir su superficialidad.

Sin embargo, el hecho es que, este evento extraordinario, inexplicable e inexplicado, llamó la atención del mundo sobre lo que estaba pasando en Portugal, despertando en muchos el interés por el contenido del mensaje.

Una parte del mensaje predecía el advenimiento de la 2ª Guerra Mundial, después que una “gran y desconocida luz” apareciera en el cielo. Esa luz fue vista realmente en los cielos de Europa la noche del 25 para el 26 de enero de 1938. Fue una especie de aurora boreal gigantesca, un evento único que tampoco ha sido explicado nunca por la ciencia. La última parte del mensaje, que quedó conocido como el “Tercer Mensaje de Fátima”, jamás fue divulgada. En la ocasión en que fue transmitido a la niña Lúcia, la Iglesia ya estaba en el control de la situación y el texto fue enviado al Vaticano. Y allí quedó.

Todos los pedidos y exigencias hechos por católicos y no-católicos, para que la última parte del mensaje fuera divulgado, fueron sistemáticamente negados por el Estado Pontificio. Por lo menos en este tema, parece que el Vaticano consiguió hacer del mundo un rebaño único, en su inmadurez colectiva, para asimilar una revelación. Apenas el papa y algunos pocos miembros de la curia habrían sido agraciados por la Providencia con la capacidad de interpretar el texto. Los cerca de un billón de católicos del planeta y los otros billones de seres que profesan otras creencias son, infelizmente, completamente inaptos e ineptos para asimilar el contenido del Tercer Mensaje…

Un mensaje que fue comprendido perfectamente por una niña de 10 años, que, como premio, fue internada en un convento de monjas Carmelitas, con voto de silencio.

El intendente de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe(*), cardenal Joseph Ratzinger, en más de una oportunidad, intentó tranqüilizar al mundo, aclarando que el Tercer Mensaje no hace referencia a la Iglesia, ni trata de temas relacionados al futuro de la humanidad, sino que solamente, habla “de fe”. Según él, el Tercer Mensaje “nada agrega a lo que un cristiano precisa saber de las revelaciones”.

Así siendo, algunos cuestionamientos se imponen:

Contrariamente a lo que imaginan los doctores de la Iglesia, muros y cofres no han sido impedimento para que otras personas tomaran conocimiento de los principales trechos del Tercer Mensaje de Fátima, ya que se trata de un texto de importancia capital para nuestra época.

Sin embargo, ¡qué efecto sanador, constructivo y principalmente salvador, no se conseguiría si los detenedores del texto original se dispusieran a divulgarlo al mundo! Lejos de significar una debilidad de la Iglesia, esto sería una prueba de grandeza, un testimonio vivo de que, esa Institución, tiene como objetivo último, realmente, guiar con amor a los fieles y a toda la humanidad, aunque para eso precise reformular la doctrina y eliminar sus dogmas.

¿Esperanza vana? Naturalmente que sí. La Iglesia no va a divulgar el contenido del Tercer Mensaje de Fátima, porque esto sería admitir que viene siguiendo caminos equivocados hace siglos, situación que debe ser evitada a cualquier precio. Hace ya dos mil años, el sumo sacerdote Caifás, experimentó un temor semejante, que lo llevó a considerar lícitos todos los medios para salvaguardar el concepto de que disfrutaba entre su gente, y la influencia que ejercía sobre ellos. Por eso, la Verdad de Jesús debía ser eliminada a toda costa…

Las predicciones del Tercer Mensaje de Fátima se cumplirán. Una a una. Y el mundo sabrá – incluido todo el clero – lo que él contenía. Sabrá, cuando sea tarde demás para cualquier acción correctiva.

Roberto C. P. Junior

(*) En 1908 la Inquisición tuvo su nombre alterado para “Santo Oficio”, que por su vez, pasó a llamarse “Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe” a partir de 1965. Volver