EL DESCALABRO ECONOMICO

“El desconocimiento de una ley no es un justificativo valido para no cumplirla.”

Este es un principio basico del derecho como ciencia, por lo tanto imposible de ser observado para las leyes existentes, por su numero y complejidad. Una persona que quisiera, realmente, conocer toda la legislacion a la que esta sujeta en el curso de su vida, tendria que gastarla totalmente en el estudio profundo de las innumerables leyes vigentes. Y es bastante probable que no consiga su objetivo.

Pero el principio permanece valido para ciertas leyes de la naturaleza, a la que el ser humano esta igualmente sujeto durante su paso por la Tierra, ya que el tambien es una especie dentro de ella, como tantas otras. El principio es valido porque contrariamente a los hombres, esas leyes naturales son mucho mas simples y claras para obedecer. Nadie puede desobedecerlas alegando ignorancia, pues basta un minimo esfuerzo de observacion para reconocerlas.

Una de esas leyes basicas es la que trata sobre el equilibrio. Observamos nitidamente sus efectos en los lugares donde la influencia humana todavia no llego. Un ecosistema todavia no corrompido por la accion humana devastadora siempre estara en equilibrio. Jamas presentara, por ejemplo, una disparidad acentuada entre el numero de especies que lo componen. Nunca se observara a uno de los integrantes intentando destruir al ecosistema, viendo como sacar ventajas inmediatas para si. No habra, tampoco, alguna especie desprovista de lo necesario para su supervivencia, teniendo que pasar “penurias materiales”. Los seres que pertenecen al ecosistema dan de alguna forma algo para el todo, recibiendo en contrapartida lo necesario para su subsistencia. Equilibrio continuo entre el dar y el recibir.

Aun las especies del reino vegetal obedecen automaticamente a esa ley del equilibrio. Plantas y arboles reciben de la naturaleza los nutrientes del suelo y le dan a ella flores y frutos. Utilizan el gas carbonico de la atmosfera y devuelven oxigeno.

La especie humana, en cambio, se comporta de manera diferente. Justamente ella, que con su organizacion social deberia constituir un ejemplo vivo de obediencia incondicional a la ley del equilibrio, la desprecio maliciosamente, con la mas liviana autopresuncion.

Gracias a su constitucion espiritual, esta especie ocupa una funcion especial dentro de la naturaleza. Su mision consiste en elevarla y ennoblecerla, perfeccionando el modo de cumplimiento de las leyes vigentes. Asi estaba previsto.

En tanto, esa expectativa no se confirmo. Todas las otras especies continuaron obedeciendo a su modo, instintivamente, las leyes naturales. Pero el ser humano, el elevado ente espiritual que deberia velar por la naturaleza, no le dio ninguna importancia a esas leyes basicas. Leyes que regian antes de su aparicion en la Tierra. Se coloco presuntuosamente sobre ellas, como si no les debiera respeto. En su inconcebible arrogancia se enarbolo senor de la creacion, en tanto ni siquiera cumplia sus deberes como simple integrante de ella.

Por eso hoy asiste, entre incredulo y perplejo, al inevitable desmoronamiento de toda falsa obra, erigida descuidadamente sobre un suelo poco firme.

Toda la obra humana fue construida, por ignorancia y obstinacion, sobre un suelo arenoso, impropio para edificar cualquier emprendimiento. El ser humano no observo, primordialmente, la ley fundamental del equilibrio, que constituye la base, el suelo firme que soporta toda la edificacion. De nada sirve si una construccion esta muy bien planeada, si son utilizados los materiales mas resistentes, si para eso se emplean a los mejores ingenieros y arquitectos. Construida sobre la arena, tendra que derrumbarse tarde o temprano.

Y la ciencia economica es una de las muchas obras engendradas por el intelecto humano, completamente disociadas de este principio basico del equilibrio.

Asistimos hoy en la mayoria de los paises a un esfuerzo frenetico, casi desesperado, de los mas reconocidos especialistas intentando controlar a los multiples indicadores economicos. Con admirable empeno (reconozcamoslo) procuran hacer funcionar mas o menos bien la absurdamente compleja e inestable maquina economica que inventaron, efectuando ajustes frecuentes en muchos de los instrumentos de control a su disposicion. Con precarios resultados empero.

Los numeros que traducen el inmenso descalabro en la que esta sumergida la economia mundial en este fin de siglo parecen irreales de tan gigantescos, y asi mismo continuan creciendo, como si tuviesen vida propia. Por todos lados aumenta la disparidad entre produccion y consumo, entre trabajo y remuneracion, entre deudas contraidas y beneficios generados. Macro y microeconomia se funden en un megacaos que asusta, donde el desequilibrio da el tono en todos los sectores (*).

Y en medio de todo ese alboroto sobresalen los ilustres economistas, que batallando poco caballerosamente entre si, intentan cada uno imponer su solucion salvadora, exclusiva y revolucionaria.

Continuamente vemos desfilar en la prensa las explicaciones mas contradictorias y contundentes sobre las causas y los efectos de la desvalorizacion cambial, control inflacionario, deficit publico, crisis bancaria, insolvencia, capital de especulacion, fluctuacion de intereses, acciones sobrevalorizadas, desempleo creciente, concentracion de la renta, etc., etc.

Toda esta confusion podria ser evitada si, desde la base, fuese observado simplemente el equilibrio necesario entre el dar y el recibir.

En realidad, las personas viven en un cambio permanente, aunque sin darle la debida importancia a ello. Su mayor error - imperdonable-, fue justamente la negligencia frente al indispensable equilibrio en este proceso natural de intercambio.

Con su trabajo ellas dan algo al mundo en el que viven, la Tierra, y por eso reciben de ella lo necesario para su vida terrena. En primer lugar alimento, vestimenta y morada. En una secuencia natural otros bienes complementarios, siempre segun su propia contribucion. El dinero es solo un instrumento, un medio para facilitar el flujo entre el dar y el recibir en nuestro mundo civilizado. En este flujo todos los implicados tienen el deber de mantener en absoluta equidad, teniendo cuidado de que los platos de la balanza permanezcan rigurosamente nivelados.

Este es el cuadro general de una actuacion colectiva armonica. ¿Demasiado simple? Si, mas como todo lo que posee valor real, que, por lo tanto, todavia no fue infectado por las intrincadas directivas del limitado intelecto humano.

Lo que ocurre es que, como en tantas otras cosas, el ser humano resolvio “perfeccionar” tambien la ley natural del equilibrio. En su estrechez de comprension, fruto de su irrefrenable y tambien ya indisfrazable decadencia espiritual, imagino poder llevar una vida mas bella y feliz si bajase uno de los platos de la balanza a su favor. Quiso recibir cada vez mas, dando cada vez menos. Y con el pasar de los siglos ese desequilibrio crecio y crecio, hasta llegar al punto en que nos encontramos hoy, donde el dinero paso a ser un fin en si mismo, en vez de un mero instrumento terrenal para la efectivizacion del dar y del recibir.

A partir de ahi, se extinguio en esa criatura ciega de codicia lo que restaba de dignidad y respeto al projimo. Comenzo a querer tomar ventaja en todo para obtener mas dinero, importandole poco si para ello tuviera que ocasionar danos a sus semejantes.

Para obtener mas dinero los empleados enganan a sus patrones, los patrones explotan a sus empleados, los defraudadores estudian nuevos golpes, los especuladores difunden noticias falsas en las bolsas, en las fabricas se reunen para formar carteles, los bancos se transforman en casas de agiotaje, los politicos venden sus votos, las madereras arrasan los bosques, las naciones luchan entre si por intereses comerciales. Y todos contraen deudas que no pueden saldar. Se engana, se roba, se mata, se destruye y se arman guerras por dinero.

La gananciosa humanidad torcio todo lo que pudo el precepto dado de conservar el equilibrio en todo, bajo al maximo el plato de la balanza a su favor, con la ilusion de conquistar con ello la felicidad terrena.

Lo que ella no se imaginaba, entre tanto, es que al contrario de las leyes humanas, las de la naturaleza no pueden ser desobedecidas impunemente. Si, la humanidad consiguio hacer descender el plato de la balanza durante un cierto tiempo, pero ahora el vuelve violentamente a su posicion original, lanzando lejos todo lo que estaba en su interior.

En lo que atane a la economia, eso se evidencia como una tragedia de proporciones apocalipticas, sin paralelo en la historia de la humanidad.

Centenas de millones de personas viven hoy en la mas absoluta miseria, sin ninguna perspectiva de mejora de sus condiciones materiales. Los que tienen un empleo y ganan lo suficiente para vivir con dignidad forman una unica y extensa legion de descontentos, firmemente convencidos de que la vida les fue injusta al negarles la riqueza material. En lugar de ennoblecer al mundo con valores espirituales y terrenos, solo hacen crecer la mala voluntad, la envidia y la desconfianza. En cambio, los que poseen muchos recursos, en su mayor parte los direccionan casi exclusivamente para su propio placer, sin la menor preocupacion por establecer y conservar el bien comun.

Cada ano, cada mes, cada dia percibimos el volumen creciente del descalabro economico mundial, generando angustia, desesperacion e… inseguridad. El pedestal del idolo dinero, levantado por tantas manos serviciales hasta una altura que oscurece totalmente cualquier vestigio de vida espiritual, se esta deshaciendo de a pedazos sobre una humanidad amedrentada y espantada.

La inestabilidad economica mundial trae convulsion social, crisis en la capacidad para gobernar, miedo y sobre todo, inseguridad generalizada .

Estos son los frutos que tenemos que cosechar ahora, por desobedecer una ley simple y aun tan esencial, que sola, podria garantizar la total armonia de la vida en este, nuestro conturbado planeta.

Roberto C. P. Junior

(*) Algunos ejemplos aislados: Volver